Viajes Por carretera a Suiza, sábado 3 de Agosto 2002

Viajes Voy a empezar el relato de uno de mis viajes 'antiguos', que al igual que sucede con otros relatos, debido a la falta de fotografía digital, he sacado las imágenes de la cámara de vídeo, con la consecuente pérdida de calidad, así que ya me disculpo de antemano de su calidad y posible ausencia.
Adelantar que hace falta el pasaporte para viajar a Suiza, pues no forma parte de la Unión Europea, y que la autopista sólo se paga una vez al año, es decir, pagarás autopista cuando entres al país y ya está, luego puedes salir y volver a entrar sin pagar más.
Primero, como en ocasiones anteriores, pondré enlaces de otros blogs de viajes con reportajes de Suiza, Austria, Italia y Alemania, que son los países que visitamos en este viaje:
-El rincón de Sele, Suiza, Alemania: Selva Negra.
-Toni Corretge: Suiza
-Viatgeaddictes: Varios diarios de viajes
Salimos desde Castellón por carretera Hector, Yolanda, Ivana y Carmina en dirección Sitges (30 km. al sur de Barcelona)el día anterior, viernes. El objetivo era acortar la distancia entre Castellón y Lucerna, y como los tíos de Yolanda viven en Sitges, pasamos ahí la primera noche.

Ya el sábado, hicimos una paradita para descansar y estirar las piernas en la localidad francesa de Voiron, de donde tan solo visitamos su preciosa iglesia de Saint Bruno (la foto de la izquierda).

Ya por la tarde llegamos al aparta hotel que teníamos contratado en Lucerna (Suiza) mediante Interhome, y donde íbamos a pasar las próximas 6 noches por 108.000 pesetas (los 4 con cocina y nevera). Podéis buscar alojamiento en estos sitios también:
-Bed&Breakfast
-Swiss Backpackers
-Switzerland hostels
Ese día sólo pudimos pasear por las murallas de Lucerna y cruzar sus famosos puentes de madera, pero ya os explicaré bien la visita a la ciudad.
Por cierto, dejo aquí un mapa interactivo de Suiza.

Suiza es, sin duda, un país peculiar, una confederación alpina de extensión similar a la de Extremadura, pero formada por 26 cantones en los que se hablan, al menos oficialmente, cuatro idiomas diferentes, y en el que sus grandes vecinos (Italia,Alemania, Francia ) ejercen una influencia evidente que, sin embargo, no consigue doblegar un intangible aunque denso sentimiento suizo.

Lingüística y culturalmente, Suiza está dividida en cuatro zonas. El oeste del país concentra a la población francófona en torno a la ciudad de Ginebra, el lago Lemán, los cantones del Jura y Neuchatel y parte de los de Friburgo y el Valais. Gran parte del centro y norte del país es de habla alemana, y constituye, en la práctica, una mayoría cultural, con el 65 por ciento de la población. Al sur, el cantón de Ticino es de idioma y cultura italianas, mientras que en una pequeña parte, al sureste del país, se habla el romanche, una lengua latina y alpina. En la escuela se aprenden, al menos, dos de los idiomas oficiales (alemán, francés e italiano).

Os dejo un mapa con el recorrido en coche:


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Blog Praga. Barrio Judío, Castillo de Praga

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Amanecimos sobre las 8 y media de la mañana y entre unas cosas y otras y depués de desayunar eran sobre las 9 y media cuando salíamos del hotel. Durante la mañana queríamos visitar las sinagogas del Barrio Judio. A la primera que llegamos fue a la sinagoga española. Ahí compramos los tickets para visitarla, pero tened en cuenta que no venden billetes individuales para una determinada sinagoga, tenéis que comprr un billete que os permite visitar: la Sinagoga Española, la Sinagoga Maisel, la Sinagoga Pinkas, la Sinagoga antigua y el antiguo cementerio, la Sinagoga Klaus y el Ceremonial Hall. Con este billete no podréis visitar la Sinagoga Staronova, hay que pagarlo aparte. Para que os hagais una idea de lo que cuesta visitar todo esto, para una familia de dos adultos y dos niños de hasta 15 años, el precio es de 1000 coronas. Casi 50 euros para los cuatro. Nosotros compramos la entrada para las sinagogas.


Era algo que desconocíamos y al final nos parecieron unas visitas muy interesantes. Las visitamos todas y de verdad que es una experiencia curiosa. Como curioso es el antiguo cementerio judío. Todas las tumbas amontonadas unas con otras, donde solo se ve una losa vertical que representa a cada uno de los enterrados, según oímos la losa vertical se encuentra a los pies del difunto todo lo contrario a nuestra tradición. Intentamos conocer un poco el por qué de este apelotonamiento de nichos. Según pudimos entender, los judíos se colocaron en un principio en una pequeña zona de Praga, la comunidad judía iba creciendo pero la extensión que ocupaban en Praga no crecía de igual forma. Momentos históricos como la plaga de peste que asoló Europa y Praga incluida, hizo que esta comunidad no tuviera sitio para enterrar a sus fallecidos en Praga y fueran dispuestos en una zona muy reducida. La comunidad seguía creciendo y la presión que tenía que soportar por parte de Praga hacía que el terreno ocupado era cada vez menor en proporción a su crecimiento. Esta es un poco la historia que oimos referente al cementerio judío.
Tras la visita del Barrio Judío nos dirigimos hacia el Castillo de Praga cruzando por Manesuv most, puente que se encuentra a lado del Rudolfinum y que está ala derecha del puente de Carlos. Caminamos por la calle Letenska en dirección al Castillo.
Entramos en el recinto y sacamos los tickets para su visita. Para una familia con dos hijos de hasta quince años, la entrada familiar cuesta 500 coronas, unos 25 euros. Con esta entrada podemos ver: el Antiguo Palacio Real, La Historia del Castillo de Praga, la Basílica de San Jorge, el Callejón de Oro, la Pinacoteca del castillo y la Torre de la Polvora del Castillo. En el interior del castillo también se encuentra la Catedral de San Vito, pero ésta es gratuita.
Lo primero que visitamos fue la Catedral, impresionante, hay que verla; en una ciudad donde predomina el barroco entusiasma ver el gótico de la catedral, una altura imposible de creer. Tras esta visita fuimos poco a poco recorriendo cada una de las visitas en el Castillo. Hacía un calor de justicia y terminada la visita decidimos ir a una terraza y tomar una cerveza fresquita. Bajamos de nuevo hacia Stare Mesto - la ciudad vieja - y buscamos un sitio para cenar.
Entre el calor y lo que habíamos caminado el cansancio se hacía evidente

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